El acúfeno es un ruido interno, en general en uno de los oídos: bien una especie de latido, un campanilleo, un pitido constante, etc. El que no lo padece tiene dificultad para imaginarlo. El que lo padece… sabe que puede llegar a ser un infierno. Pertenezco al primer grupo, así que he investigado sobre ello, pero no puedo ponerme al 100% en el lugar de alguien que lo esté viviendo. He prestado mucha atención a las personas que me hablan de este problema y lo que observo es que, en su mayoría, buscan una solución, pero aún no han delimitado bien qué lo produce.
Las causas pueden ser muchas y variadas, y no siempre es
sencillo localizarlas. Hay tres grandes líneas: la primera, es la relacionada
con un problema infeccioso o alérgico, que produzca o haya producido mucosidad y/o pus. En algunos
casos el acúfeno es consecuencia de una infección no reciente que haya dejado
algún tipo de residuo; o de la presencia crónica de bacterias en ojos, nariz o
boca. Atención a las bacterias: no son tan poca cosa como parece, aunque sus síntomas puedan parecer menores, y son muy difíciles de eliminar del todo.
Otra posibilidad es que tenga relación con intolerancias a los lácteos, trigo u otros
alimentos. Al igual que en el
tratamiento de los problemas respiratorios, hay casos de mejoría de acúfenos en
pacientes que dejan de tomar derivados del trigo y de los lácteos.
La
presencia de bacterias da síntomas (residuos, sangrado, olores, etc.) y se
pueden detectar con un cultivo. Las alergias e intolerancias se comprueban con test
específicos.
La segunda línea abarca lo relacionado con los huesos,
tanto cercanos, es decir maxilofaciales, como «lejanos», es decir, las
vértebras, y no solo cervicales, sino de cualquier parte de la columna. Si la
mandíbula no cierra bien, puede, con el tiempo, convertirse en la causa de un acúfeno.
Si las cervicales nos dan problemas, también. Si hay algún tipo de
desequilibrio o desviación de la columna vertebral… puede llegar a afectar al
cráneo, y, en consecuencia, a los oídos. Si se detecta que el acúfeno está
provocado por un problema relacionado con la columna vertebral, es probable que
sea necesaria rehabilitación muscular y ejercicio regular de esa parte. Incluso
problemas dentales pueden ser el origen.
La tercera línea está relacionada con patologías o
deterioros cardíacos o cardiovasculares, tanto menores —como pequeños problemas
de circulación debidos a la edad— como graves. Si el acúfeno es pulsatil (una
especie de latido) probablemente su origen tendrá que ver con este grupo.
Por último, existe la posibilidad de que la causa sea psicológica
o psíquica y aquí también las posibilidades son muchas, desde algo sencillo, como el estrés, a que se escuchen ruidos como quien escucha voces.
Es de sentido común que los tratamientos serán muy
distintos según sea una infección o una patología cardíaca, o si hay una
contractura a nivel cervical o dorsal. Y, en mi humilde opinión, no se puede
poner remedio hasta que uno, por lo menos, empieza a descartar. La natación,
por ejemplo, es magnífica para mejorar el estado de nuestra columna vertebral…
pero si uno tiene una otitis… quizá sea mejor esperar. Por desgracia puede
llevarnos un tiempo localizar la causa del acúfeno y una batería de pruebas…
Entiendo que produzca pereza… pero no todos los acúfenos son pasajeros
(¡algunos sí!) y si no se localiza el origen, este síntoma irá a más.
Por último, los ruidos intensos son muy perjudiciales para
el oído y la exposición a la contaminación acústica a cualquier edad compromete
la salud de nuestros oídos: una recomendación difícil de seguir en un país como
el nuestro donde el silencio no es que sea un lujo… es que empieza a ser una
quimera. La mayoría de los medicamentos perjudica a la audición, y muy
especialmente la aspirina (véase la lista de medicamentos ototóxicos en http://www.acufenos.org/docs/ototoxicos.pdf). Y el cuidado del corazón —evitando
las grasas, el alcohol y el tabaco, además de haciendo ejercicio y reduciendo
el estrés— es una apuesta segura en general y también para el oído.