La obra para teclado de Joseph Haydn

La obra para piano de Joseph Haydn es menos conocida por el gran público que la de J. S. Bach, W. A. Mozart o L. V. Beethoven y también es menos interpretada que sus propias sinfonías u oratorios. Este hecho puede dar una idea equivocada sobre su calidad. Compuso obras para piano solo, conciertos para piano, y música de cámara con piano. Dentro de la obra para piano sólo algunas piezas son de dudosa identidad, pero la mayoría está confirmada. Hasta 1780 pudo componer para clave y clavicordio, pero las ediciones de las sonatas a partir de esa fecha indican como primera opción el fortepiano. Las últimas sonatas exigen unos cambios de dinámica, variaciones de toques y otras características típicas del piano.
Dos son los géneros privilegiados: las variaciones y las sonatas. Compuso varios grupos de variaciones, que son próximas, en cuanto a dificultad, a las Variaciones Duport o a las Variaciones «Ah je vous dirai maman» de Mozart. Por ejemplo, las 20 Variaciones en Sol M, la Arieta con 12 Variaciones y las Variaciones en Fa M. También compuso un capricho sobre cantos populares y la Fantasía en Do M, más Il maestro e lo Scolare, que, a cuatro manos, imita lo que podría ser una lección de pianoforte.
De manera general, el estilo para teclado de Haydn puede recordar a varios compositores contemporáneos y posteriores: hay fragmentos que pueden hacer pensar en Mozart, aunque la impresión, salvo casos excepcionales no durará mucho tiempo. Algunos movimientos rápidos se parecen como gotas de agua a las sonatas de D. Scarlatti, aunque no a las de estilo hispánico. La presentación de motivos y la utilización de los recursos sinfónicos del piano evocarán algunos pasajes de las sonatas de Beethoven. Y, de hecho, fue a Haydn a quien el compositor alemán dedicó sus primeras sonatas Op. 3. Finalmente, si estudiamos a fondo la obra para teclado de Joseph Haydn nos llevará directamente al compositor Carl Philippe Emmanuel Bach, tanto a su propia obra para pianoforte como a su tratado sobre el verdadero arte de tocar los instrumentos de teclado de 1753 (Versuch über die wahre Art das Clavier zu spielen). De hecho, muchas de sus sonatas ilustran perfectamente los objetivos del Versuch y, en general, de la estética del Empfindsamkeit que subyace en el tratado de Carl Philippe. Pero la comparación con otros compositores no debe equivocarnos: la obra para teclado de Haydn no es un patchwork de las características de estos autores, ni siquiera de sus mejores aspectos. Los elementos evocados, que pueden en un momento dado hacer pensar a Mozart o Beethoven, a Scarlatti, o a Carl Philippe Emmanuel Bach, se entremezclan y adoptan la factura de su propio estilo: espontaneidad, frescura y una riqueza de ideas casi imposible de seguir, como si desarrollar, glosar y variar no fuera necesario ya que tras un motivo inventará otro y otro y otro más… hasta el infinito. Estamos frente a un concepto de música instrumental pura, en general sin programa, con una profunda capacidad de conceptualización y de abstracción. Lo que podríamos rápidamente imaginar como algo demasiado intelectual y frío, Haydn lo dota de vida y de alma y ese es sin duda uno de sus talentos extraordinarios.
Finalmente, y antes de hablar de las sonatas para piano, hay entre las piezas concertantes, una verdadera obra maestra, que resume todas las características citadas: el Concierto para piano y orquesta en Re Mayor. Compuesto entre 1780 y 1783, el equilibrio y perfección de cada uno de los tres movimientos lo convierten en una obra digna de estudio.
Los tríos con piano y las sonatas para piano
Joseph Haydn compuso cuarenta y cinco tríos para violín, violoncelo y piano, según la clasificación de H. C. Robbins Landon. El papel del piano en ellos es tan destacado, que podríamos denominar a estas obras, como era costumbre en el siglo XVIII, «Sonatas para pianoforte con acompañamiento de violín y de violonchelo». Fueron compuestos a lo largo de cuarenta años, entre 1750 y 1790 y, según el pianista y musicólogo Charles Rosen, especialista del estilo clásico, son, con los conciertos para piano de Mozart, las obras más importantes compuestas para este instrumento con anterioridad a las sonatas de Beethoven.
En cuanto a las sonatas para piano solo, hay un poco de confusión en cuanto al número. La primera edición de 1918, realizada por Karl Päsler, comprende 52 sonatas, mientras que Christa Ludwig publicó en 1961 una edición con 62 y H. C. Robbins Landon lo corroboró. El musicólogo Anthony van Hoboken publicó, entre 1957 y 1978, el catálogo de la obra de J. Haydn y siguió la numeración de Päsler. Dentro de la obra de Hoboken las Sonatas son el número 16 y por ello todas ellas llevan la numeración Hob. XVI más el número del catálogo de Päsler.
El grupo de primeras sonatas, compuestas hasta 1765, son las más sencillas y en él encontramos obras muy cortas en dos y tres movimientos, pero también alguna sonata importante en cuatro movimientos. Destaca la Sonata en Sol M Hob. XVI/6, un modelo de lo que llegará a ser la sonata en el Clasicismo.
Un segundo grupo sería las sonatas compuestas mientras él trabajaba para la familia Esterházy. Cualquiera de ellas merecería unas líneas y bastantes han sido ya objeto de artículos. Encontramos sonatas en dos movimientos (uno lento y otro rápido), en tres y en cuatro. La variedad es inmensa. Algunos musicólogos prefieren dividir este grupo en dos: uno que estaría compuesto por las sonatas escritas hasta 1773 y otro hasta 1784. El primero respondería más a los aspectos del Sturm und Drang y el segundo, al estilo galante.
Las últimas seis sonatas, compuestas entre 1789 y 1795, representan la culminación de su pianismo. Se han comprado con las sonatas de Beethoven, aunque algunas de ella, como la nº 59 recuerdan a las de Mozart.
A lo largo de las 62 sonatas, encontramos toda la gama de estilos y de estéticas que han caracterizado el siglo XVIII: desde el Clasicismo, con su equilibrio y luminosidad, hasta el estilo galante, o el Empfindsamkeit, donde la expresividad es lo primero, pasando por las tempestades de ese primer Romanticismo que ya es el Sturm und Drang. La característica principal de este corpus es una gran libertad y riqueza de ideas. Nada se repite y casi nada se reutiliza incluso dentro de una misma sonata, como si la invención no pudiera faltar.
Las sonatas de Haydn no han interesado tanto a los intérpretes como las de Mozart y Beethoven, pero no han faltado las interpretaciones geniales. Ingrid Haebler grabó la integral aunque esta versión es hoy difícil de encontrar. Wilhelm Backhaus y Lili Kraus han interpretado magníficamente Haydn al piano. Paul Badura Skoda y Patrick Cohen han grabado las sonatas al pianoforte. Actualmente podemos encontrar en el mercado la integral del compositor inglés John McCabe, gran especialista de Haydn, y la de Rudolf Buchbinder, una versión equilibrada y que da muestra la gran belleza de este corpus.