A mí siempre me ha gustado el adjetivo «trascendente» referido a la técnica pianística, porque pienso que, una vez alcanzado un alto nivel de virtuosismo, cuando uno es capaz de correr mucho, tocar fuerte, a varias voces, dando saltos en todas direcciones (es decir, cuando has superado las grandes dificultades físicas del instrumento) todavía queda mucho camino por andar y ahí viene lo que yo creo que refleja muy bien esta palabra: la técnica más allá, la trascendente.
En este método, como en tantos otros, la distinción entre técnica e interpretación estructura el índice del libro. Y en la página 20 podemos leer un esquema de las tres técnicas que el autor considera necesarias para alcanzar ese estado trascendente: la de la mecánica pura, la de la sonoridad y la de la interpretación.
Yo hoy no vería necesaria esta distinción clásica y creo que consideraría todo como técnica de interpretación, eso sí a diferentes niveles. Pero para mí, y esta es la conclusión de mi relectura de este ensayo... hay tanta interpretación en un estudio de Czerny que en una sonata de Beethoven. Que las obras sean más o menos geniales, más o menos completas musicalmente... eso es otro asunto.
Aun así, recomiendo este libro a aquellos que les interese la historia de los métodos de piano y su pedagogía. ¡Se lee con gusto!
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