© Berta Delgado
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Hace unas semanas la artista aragonesa Pilar Montoya nos hablaba de sus facetas como clavecinista y catedrática de clave, su pasión por la música barroca, y nos explicaba desde lo que supuso su formación en el extranjero hasta el descubrimiento de la danza barroca y su inclusión como parte de su actividad artística. Quedaron pendientes muchas preguntas, en particular las relacionadas con su faceta como musicóloga y como directora de la compañía Los Comediantes del Arte.
Ni una entrevista ni dos pueden resumir el bagaje y experiencias de Pilar, su creatividad y afán de dar vida a nuevos proyectos, su pasión por el estudio de la música -del arte, mejor dicho- del Barroco. Aún menos, ninguna pregunta, ninguna respuesta podrán transmitir la envergadura de su amor por la música. Así que solo espero que esta segunda parte sirva para animar a los aficionados y profesionales a dar el paso de escucharla y leerla, de verla en vivo interpretando a Bach o bailando un minueto. Y además de todo lo que hemos esbozado en estas líneas descubrirán a una persona para la que el mayor triunfo artístico es poder compartir.
7.- No eres solo una instrumentista que has querido obtener el título de doctora, sino que en los últimos 10 años has desarrollado una verdadera labor como musicóloga, investigando, exponiendo públicamente los resultados de tus investigaciones ante la comunidad científica e impartiendo asignaturas relacionadas con la Musicología. ¿Cómo surge y se desarrolla esta faceta en tu actividad artística?
Primero quiero puntualizar que aún no soy doctora. Actualmente estoy trabajando en mi Tesis sobre la danza teatral durante los reinados de Felipe V y Fernando VI en la Universidad Autónoma de Madrid bajo la tutela de la Doctora Begoña Lolo. Me encanta esta época, es un periodo riquísimo en la Historia de España con la confluencia del arte francés e italiano conviviendo con el arte español y la presencia de grandes artistas en la Corte como Farinelli, el cantante más famoso de su tiempo. Espero y deseo poder defenderla en breve.
Tanto la música como la danza exigen, para poder hacer un trabajo con cierta profundidad y seriedad, acercarse a las fuentes. En mi caso, ahora van de la mano pero creo que empecé primero investigando en la danza. En el Conservatorio de Zaragoza teníamos asignaturas en las que ya se nos inculcaba esa inquietud por investigar, los profesores nos instaban a que leyéramos mucho y acudiéramos a las fuentes originales ya que para tocar el clave o el órgano necesitas ciertos conocimientos teóricos que te ayuden a entender y recrear la partitura que has de interpretar, a saber leer entre líneas y recrearla. Pero yo diría que mi contacto con las fuentes de una manera más regular fue más tardío y fue gracias a la danza histórica. Empecé asistiendo a congresos y convenios primero como oyente y más adelante como participante exponiendo mis trabajos y eso me puso en contacto con investigadores de la danza histórica de todo el mundo, con una comunidad científica en el campo de la música y danza antiguas. Esto es algo que también me ha enriquecido mucho. Los músicos prácticos tenemos la obligación, diría yo, de acercarnos al mundo de la música pensada como ciencia, como investigación y al mismo tiempo los musicólogos deben también acercarse a la realidad sonora. Pienso que esta barrera que había entre teoría y práctica se está difuminando en la actualidad y se da ya cada vez con mayor normalidad que un intérprete realice una tesis doctoral o que vaya con asiduidad a los Congresos como también que los musicólogos toquen instrumentos, den conciertos, realicen grabaciones…se vuelve a la figura de músico teórico-práctico que para mí es lo ideal. En mi caso particular, comenzó esta faceta a través de la danza histórica y después por contagio, podemos decir, se me despertó un deseo mayor de investigar en música.
8.- ¿Cuáles son tus líneas de investigación habituales y a cuáles estarías abierta en un futuro?
Mis líneas de investigación actuales se centran en la danza emparentada con la Corte, la relación Danza-Corte bajo el reinado de los primeros Borbones, Felipe V fundamentalmente y también Fernando VI, sin olvidar a Luis I que aunque tuvo un reinado muy corto tenemos información al respecto. Es un área concreta muy interesante. Muchas veces pienso: “cuando estaba Bach en Leipzig haciendo cantatas ¿qué pasaba mientras en España?” Me interesa ver como en nuestra Corte que era muy influyente, había una producción artística de primera línea impulsada por reyes amantes de las artes que utilizaban además esas artes como propaganda política, como todos sabemos. Es un periodo en el que me siento muy identificada, la primera mitad del siglo XVIII, quizás cogiendo los últimos años del XVII. Hay mucho por investigar, mucho por hacer pero también mucho ya hecho, grandes investigadores que han trabajado en este campo. Además hay que tener en cuenta que para investigar en la danza no solamente es necesario consultar documentos que nos hablan sobre descripciones de festejos o sobre cuestiones económicas acerca de contratos de compañías teatrales o relaciones de artistas participantes sino que también hay que tener en cuenta otro tipo de fuentes como son por supuesto las musicales, las literarias (los libretos en ocasiones nos dan información sobre aspectos relacionados con los movimientos de los personajes), cuestiones espaciales y además obviamente las fuentes de danza, qué tratados, qué maestros de danza circulaban en esos años, las relaciones de los bailarines y Maestros de Danza con la Corte española y otras Cortes extranjeras, etc. Algo interesantísimo es también qué permanece en estas danzas teatrales de las danzas importadas tanto de Italia como de Francia, la relación con la Comedia del Arte y la recepción del estilo noble, “la belle dance” como dicen los franceses y el sustrato que queda del estilo español. Y cuando hablo de danza española, por supuesto, no me refiero solo a España, puesto que el concepto de lo hispánico es algo mucho más amplio que abarca también a las colonias. Es un mundo rico, muy híbrido, con muchos intercambios y es el mundo en el que ahora me estoy sumergiendo. Finalmente añadir que es esencial tener en cuenta las fuentes iconográficas. A mí me gusta mucho ir a museos. Ver los cuadros, esculturas, grabados…es una fuente de información de primer orden ya que nos da pautas sobre la posición del cuerpo, la cabeza, la expresión de la cara, los movimientos de los brazos, los dedos de la mano…muchas cuestiones que apenas se reflejan en los libros de danza. En un futuro estaría abierta a ampliar mi campo actual de investigación a otras ramas como la danza religiosa, la danza que se hacía tanto dentro de las Catedrales como también fuera, en las procesiones, durante las grandes celebraciones religiosas – Corpus, Inmaculada, Navidad, Pascua…- ya que este tipo de danzas estaban muy presentes en la sociedad de entonces y tenían mucha aceptación por parte de los asistentes. La danza religiosa nos llevaría a la relación de ésta con la danza popular. Es un mundo que ahora no puedo abarcar pero que en un futuro sí me atrae lo suficiente como para empezar a abordarlo y por supuesto para estar en contacto con especialistas en estos campos tanto en España, Europa como Latinoamérica.
9.- Trabajas como docente tanto en la enseñanza superior de conservatorio como en la de la universidad. En tus asignaturas o líneas, ¿en qué estamos a nivel internacional y en qué nos sigue faltando mucho?
Pienso que en poco tiempo se ha hecho un esfuerzo grande en España y eso hay que valorarlo positivamente. Tampoco vamos a pensar que todo lo nuestro es peor y todo lo de fuera es buenísimo porque no responde a la realidad. Hemos empezado a valorar nuestro patrimonio y cada vez se interpreta más la música española, salen nuevas ediciones, se graban discos y realmente se difunde con mayor acierto todo este inmenso patrimonio que tenemos. Y lo que es más importante, este trabajo no recae exclusivamente en investigadores e intérpretes extranjeros. Hay mucho por hacer pero ha habido un paso muy importante hacia delante. También poner en valor los equipos de investigación que han empezado a trabajar en líneas concretas en los diferentes centros de enseñanza de las Universidades y Conservatorios Superiores. Quizás lo que observo todavía es que a veces te encuentras con ciertos escollos a la hora de poder acceder a las fuentes, por ejemplo, hay Archivos en Catedrales a los que no es tan sencillo su acceso o todavía se arrastran ciertos prejuicios sobre la música española del siglo XVIII como que es una música mediocre o que no se puede valorar en el mismo plano que la música europea. También diría que en las programaciones de los conciertos hay una cierta reticencia por parte de algunos organizadores de poner repertorio poco conocido o inédito pensando que el público va a asumir, a recibir mejor la música que ya conocen, que ya han escuchado, música familiar a sus oídos. No tenemos quizás los medios materiales, tanto en las Universidades como en los Conservatorios, para apoyar el desarrollo de proyectos, creando infraestructuras, comprando material o diseñando un plan de estudios de acuerdo con las necesidades del alumno actual. No tenemos todavía esos medios materiales ni esos presupuestos como en otros prestigiosos centros en el extranjero pero veo algo a nuestro favor y es que con menos medios logramos hacer un trabajo, una labor. Es decir, hemos desarrollado la capacidad, el ingenio diría yo, de impulsar proyectos pedagógicos con ínfimos presupuestos pues al final hay que adaptarse a las circunstancias y a los medios de los que se dispone y ser realistas.
Respecto al alumnado yo diría que los chicos españoles son creativos, entusiastas, vehementes, son expresivos, están ávidos por aprender y tienen muchas ganas siempre de que les descubras cosas. Son también generosos, te dan las gracias y valoran todo lo que les puedas dar pero también en cierto modo como rasgo negativo veo que a veces se apoyan mucho en la improvisación, dejan todo para el final. Quizás les falta el método, la planificación, saber administrar mejor su tiempo pero digamos que el perfil del alumno español en general es bueno y se puede trabajar bastante bien con ellos. Algo en lo que tenemos que mejorar mucho, tanto profesores como alumnos, es en el dominio de los idiomas. Cuando vas fuera te das cuenta de que cualquier persona con una cultura media, aparte de su idioma materno, habla perfectamente dos idiomas más. En nuestro caso es algo en lo que tenemos que incidir muy seriamente ya que cuando salimos al extranjero notamos esa carencia, esa laguna en nuestra formación y que luego por nuestra cuenta tenemos que subsanar.
10.- En el año 2000, creas Los comediantes del arte, una compañía barroca. Desde entonces habéis estrenado cinco programas que ejemplifican tu capacidad para unificar todas tus facetas. ¿Cómo nacen las ideas de estos programas y cómo los estructuras?
El primer espectáculo surgió un poco por casualidad. Y eso es verdad, es una anécdota cierta. Estaba con mi hermana Arancha, que también pertenece al grupo, en una cafetería y de repente hablando dijimos: “Oye, y ¿por qué no creamos un grupo y montamos un espectáculo?” – era el año 2000 – y entre las dos empezamos a escribir en una servilleta de papel unas líneas generales. Nos gustó tanto la idea que empezamos a darle forma, a desarrollarla y ese fue el primer espectáculo, “Amor y Desamor”, que ofrecimos en Zaragoza con un gran despliegue de medios puesto que era la primera vez y necesitábamos los trajes, los elementos de atrezzo (incluso un carro triunfal que costó carísimo), decorados, luces…en fin, todo lo que rodea un espectáculo integral con música, danza y teatro. Después surgieron otros programas. Me acuerdo que el segundo titulado “Con Mudanzas y Meneos” fue a raíz de una efeméride. Se conmemoraba el aniversario de la edición de la segunda parte de “El Quijote” y por ello se nos encargó un programa con música y danza en torno a Cervantes y éste fue el espectáculo que más hemos rodado. Tuvo bastante repercusión y lo llevamos a diferentes partes de España. Otro proyecto creado con motivo de otra efeméride fue sobre Boccherini: “Luigi Boccherini, un italiano en Madrid”. Se estrenó en el año en el que se conmemoraba el aniversario de la muerte del compositor y lo ofrecimos en Bodailla del Monte, un lugar íntimamente relacionado con su vida. También hicimos otro programa sobre la relación entre la música y la danza, con danzas y músicas desde la segunda mitad del siglo XVI hasta la primera mitad del siglo XVIII. Se titula “El Matrimonio entre la Música y la Danza” y se trata de un espectáculo muy vistoso puesto que cambiamos en tres ocasiones de indumentaria. Al ir “viajando en el tiempo” mostramos los cambios de moda. Siempre nos gusta que los trajes estén en íntima relación con el repertorio que bailamos, además ponemos mucho cuidado en ello, nos documentamos, y siempre le encargo esta tarea a la modista del Ballet de Zaragoza, María José Mora. Finalmente también hicimos un espectáculo, más bien un concierto-espectáculo sobre música y danza en las Catedrales con música de Vivaldi, concretamente coreografiamos su famoso “Gloria”. Bailar dentro de un recinto sagrado es una experiencia bastante especial, singular diría. En resumidas cuentas, estos programas a veces surgen por una necesidad o impulso creativo y otras por una efeméride, un encargo, etc. En nuestro caso ha sido así. Esos son los cinco espectáculos que hasta ahora hemos ofrecido: “Amor y Desamor”, “Con Mudanzas y Meneos”, “L. Boccherini, un italiano en Madrid”, “El Matrimonio entre la Música y la Danza” y “Esplendor en las Catedrales Españolas”.
11.- Y, para terminar, una pregunta muy práctica que seguro que interesa mucho a todos los lectores. ¿Cómo es una semana de Pilar Montoya, teniendo que distribuir tu tiempo entre la práctica del clave y la danza, los ensayos, la docencia, la investigación y la vida normal de una persona?
Durante los días laborables, de lunes a jueves, estoy en Salamanca trabajando en el Conservatorio. Me levanto temprano escuchando Radio Clásica y suelo ir al gimnasio para estar un poquito en forma. Después atiendo por la mañana a mis clases y las tardes las tengo para trabajar en mis cosas, para estudiar el instrumento y también para hacer mis trabajos de investigación. Durante el desayuno suelo contestar los correos y despachar asuntos burocráticos y también por la noche antes de acostarme vuelvo a mirar el correo electrónico y las redes sociales. El fin de semana, de jueves por la tarde a domingo, viajo a El Escorial y allí me reúno con Nacho, mi pareja, y digamos que al no tener clases, dispongo de la mitad del día para mis ocios. Me gusta por la mañana hacer el trabajo pendiente, ya sea preparar un concierto, un programa de danza o escribir un artículo y por la tarde prefiero dejarla libre y dedicarla al ocio que es muy importante también, a dar un paseo, ir a Madrid a una exposición, al cine, teatro…digamos que el fin de semana me lo tomo con un poco más de calma pero bueno, esto es un poco la rutina. A veces ésta se rompe si surge un proyecto de gran envergadura, si debo asistir a un Congreso o cuando una actuación está cerca. Entonces me encierro y trabajo más intensivamente, “a full” como dicen los americanos, y me concentro en la actuación inmediata. Me gustaría muchísimo que el día tuviera más horas pero a veces hay que hacer verdaderos juegos malabares para poder optimizar el tiempo aunque también (y eso últimamente lo he descubierto) es bueno saber “perder el tiempo” de una manera constructiva, atractiva, de una forma sana y estar relajados, descansar un poco por la noche, desconectar y hacer tus ejercicios de “Mindfulness” que también los hago. Todo eso es importante porque si no llega un momento en que la vida se vuelve demasiado centrada en el trabajo y la vida sobre todo está para vivirla y disfrutarla. Esto me parece esencial y lo recomiendo mucho a mis alumnos. No es mejor músico el que dedica más horas al instrumento sino el que es capaz de conciliar el trabajo con la vida personal y tener una vida saludable, equilibrada, llena y rica de buenas experiencias. Eso es para mí lo más importante, mi objetivo y es a lo que aspiro.
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