A lo largo de la Historia de la Música siempre han existido artistas polifacéticos: compositores-intérpretes, intérpretes-docentes, solistas-directores de orquesta, etc. Por eso no es de extrañar que hoy en día siga habiendo músicos que desarrollan su actividad artística en varios campos y en todos de forma profesional. Es el caso de la aragonesa Pilar Montoya a la que he querido entrevistar, lanzando una serie de preguntas en varias direcciones. Le he pedido que se explaye, porque pienso que el contenido de cada respuesta puede resultar muy útil para los lectores. He aquí la primera parte de esta larga conversación.
1.- Te defines como una artista polifacética. Si imaginamos tu actividad profesional como una constelación, ¿el clavecín sería el sol alrededor del que giran los otros planetas que son la danza histórica y la musicología o son tres constelaciones diferentes?
Aunque comencé con el clave realmente la danza estaba ya presente en mi vida. Y también estaban latentes las ganas de conocer, de aprender cosas nuevas, mi curiosidad, la lectura…quizá más que un sol y unos planetas que giran alrededor de él, yo diría que el clave, la danza y la investigación son tres estrellas que brillan con luz propia. Me siento igual de feliz tocando, bailando, o visitando un archivo. Sí, tres estrellas que al brillar juntas producen el triple de luz.
2.- Te formaste tanto en Francia como en Basilea, dos lugares sin los que no podría entenderse la recuperación de la interpretación clavecinística y, en general barroca, del siglo XX, y tú representas una ramificación de esas escuelas en España. A nivel musical, ¿cómo saliste de España y cómo regresaste?
Tuve la suerte de nacer en Zaragoza, un sitio idóneo para poder desarrollar mi vocación además de nacer en una casa en donde se respiraba música. ¡Qué importante es eso! Tener a disposición instrumentos, libros, discos, escuchar a mi hermana mayor cómo tocaba el piano o a mi madre y mi tía cantar canciones de su infancia. Desde muy niña mi padre me daba clases de música e iba con mi tío a representaciones de ballet. Todo esto es fundamental pero además nací en una ciudad esencial para poder desarrollar mi amor a la música antigua. Cuando comencé con el clave y el órgano -tendría 14 ó 15 años- el panorama de estas enseñanzas en España era pobre. Por suerte el Profesor González Uriol empezó a dar clases de ambos instrumentos en el Conservatorio de Zaragoza así como a impulsar otras iniciativas muy importantes, sobretodo el Festival y Cursos de música antigua de Daroca que por esas fechas estaban en su tercera edición. Así que salí de España con ese excelente bagaje y volví repleta de vivencias. Recuerdo el primer día que llegué a la Schola Cantorum en Basilea cuánto me impresionó la biblioteca. Era inmensa, había miles de libros. También era fantástica la programación, todos los días había conciertos y proyectos de gran envergadura, el plan de estudios era completísimo. De tal manera que un músico podía salir de allí con una formación muy sólida y esa experiencia completa a nivel musical es la que yo me llevé de Basilea pero no solamente eso: también la experiencia humana. Era la primera vez que salía de España – estuve allí durante cuatro años – y viviendo en un país que no conoces, sin apenas contactos, con la barrera del idioma… tuve que espabilarme a pasos agigantados. Pero no me arrepiento en absoluto ya que conocí a grandes profesores y a compañeros de todas partes del mundo con los que sigo manteniendo una bonita amistad. Eso también me llevo, la experiencia humana.
3.- Eres catedrática interina de clave desde hace más de 20 años y tu legado es incuestionable, ya que muchos clavecinistas que ya ejercen como instrumentistas y/o docentes han sido «alumnos de Pilar Montoya». Yo misma he trabajado con algunos y en todos he visto dos cualidades: madurez personal y que han heredado esa concepción polifacética del Barroco y del Pre-Clasicismo. ¿Son esas las señas de identidad de tu escuela docente? ¿Cómo consigues inculcarlas en una clase de instrumento?
Pues sí, soy profesora del COSCYL ocupando la Cátedra de clave desde el año 1996, es decir, llevo ya 24 años, ¡mitad de mi vida! Me enorgullece mucho que estos alumnos sean tan buenos profesionales, me hacen sentir útil y me alegra percatarme de que todos estos años han merecido la pena, todo el trabajo, el esfuerzo que hemos invertido ha servido de algo. Quizás una de las señas de identidad de mi manera de enseñar es que en primer lugar quiero que el alumno se identifique con el repertorio que toca, es decir, les pongo unas pautas del programa pero ellos eligen concretamente las obras porque me parece muy importante que el alumno se encuentre a gusto con el repertorio que ha de abordar. La música es difícil y a veces estás meses y meses con una partitura así que te tiene realmente que encandilar, que motivar, que gustar mucho para invertir ese esfuerzo en el estudio y sí, intento en mis clases – quizás por mi manera de entender la música – ofrecerles una visión lo más amplia posible de la pieza en cuestión y con mucha frecuencia les relaciono la música con otras artes, con las artes plásticas, con la danza, sitúo al músico, contextualizo la obra, les doy pautas de cómo estudiarla desde el punto de vista técnico, les hago analizar la pieza (para mí es primordial que la música se entienda para poder disfrutarla más plenamente y poder ofrecer una interpretación sincera), hacemos improvisaciones sobre fragmentos, ornamentamos, vemos la estructura armónica…me parece que cuantos más puntos de vista podamos abordar, más conoceremos la obra, más profundizaremos y disfrutaremos con ella y sobre todo, más dotaremos al alumno de herramientas para poder ser autónomo lo antes posible. Cualquier pieza de música es como un caleidoscopio, lleno de facetas, de colores y formas y eso es lo que intento puesto que en mi caso eso es lo que me hace sentir confortable y feliz cuando me enfrento a un nuevo repertorio.
4.- ¿Cómo surgió tu interés por la danza histórica?
De pequeña bailaba y cantaba mucho. Mis padres me decían con frecuencia: “Pilar es que no paras de cantar y bailar todo el tiempo”. Me gustaba mucho, era una niña alegre, cantarina y danzarina. Y recuerdo que de adolescente fui a clases de danza clásica unos años y me hacía también sentir muy bien no solamente porque me gusta desde siempre bailar sino porque el hacer un ejercicio corporal es algo muy recomendable, muy sano sobre todo si esa actividad corporal conlleva un arte, una relación con la música, pero, ¿cómo surgió la danza histórica? De unos cursos que había en El Escorial. Hace muchísimos años, se ofrecían unos talleres de danza renacentista y barroca para músicos que los impartía Ana Yepes y como yo he sido siempre muy curiosa me matriculé. Ese primer contacto para mí fue decisivo puesto que desde el primer momento me encantó y pensé: “Pilar, tienes que seguir con esto”. Ya en Basilea había clases obligatorias y otras optativas para personas con especial interés o que tenían experiencia en danza. Durante cuatro años, asistí a los dos grupos con Erika Schneiter, excelente profesora y persona, participé en proyectos, empecé a leer las fuentes y aquello fue creciendo más y más hasta que decidí que merecía la pena integrar la danza con la música. En un principio me daba un poco de miedo porque pensé en el peligro de dispersarme pero más adelante me di cuenta de que tomé la decisión adecuada intentando combinar ambas artes. El hecho de ser un músico que baile o una bailarina que tenga una formación musical me hace sentir muy privilegiada porque puedo tener una visión más amplia del repertorio musical-coreográfico.
5.- ¿La práctica de la danza histórica es tan exigente como la de la danza clásica o española? ¿Requiere empezarla muy joven y practicar casi a diario?
Bueno, creo que todo depende del nivel que uno quiera alcanzar, cómo de alto te quieras poner el listón. En principio, para un primer acercamiento a la danza histórica cualquier persona puede hacerlo con condiciones físicas normales, puesto que hay unas danzas sencillas que puedes aprender muy rápidamente y al mismo tiempo son muy vistosas, la cuestión de los trajes realza muchísimo. Este repertorio es muy amplio y es una manera eficaz de introducirse en este mundo. Por supuesto, hay también un repertorio de mediana y gran dificultad, para virtuosos. El abordarlo necesita de mayor dedicación y trabajo técnico. Aparte de eso, yo diría que la danza histórica (a diferencia de la danza clásica o de la danza española) requiere tener sólidos conocimientos musicales puesto que debes leer las fuentes. Un profesor puede enseñarte alguna coreografía pero casi siempre eres tú mismo el que vas directamente a las fuentes, debes leer los tratados, saber descifrar esos textos, saber adaptar los textos a la música y precisamente por ello es muy importante, yo diría básico, tener una base musical o encontrar a alguien que haga esa función. Digamos que el bailarín histórico debe ser también bastante completo en su formación, debe ser un artista polifacético.
6.- Hoy en día cualquier persona de cualquier edad pueden iniciarse, practicar y llegar a conseguir un buen nivel en bailes de salón, bailes latinos e incluso ballet, ¿es eso posible en danza histórica? ¿Hacéis actividades, cursos, clases magistrales para aficionados?
Respecto a la edad para iniciarse en la danza histórica, ello va en función de la exigencia que uno tenga y de la dificultad del repertorio. En España no es fácil practicarla de forma asidua puesto que no hay apenas Conservatorios ni Academias en donde puedas aprenderla. Una opción es asistir a Cursos de música antigua en donde se imparta esta disciplina o en algunos Conservatorios, como es el caso de Salamanca. En este caso puedes practicarla semanalmente, cosa que es muy importante para poder avanzar rápido y crear una base.
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